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martes, 15 de septiembre de 2015

5 quinces del nueve

Ya 5 años... ¡Tanto!...O quizás ¡tan poco! Es curioso lo mucho y poco que me parece a la vez. 

En ocasiones tengo la impresión de que nunca ocurrió, como si no hubiese existido jamás, como si todo lo acontecido en mi vida antes de ese día no fuese mi vida, solo un recuerdo ajeno, lejano y confuso que terminaba cerrando una puerta tan maciza...,tan opaca..., sin mirillas que permitan chusmear. 

Sin embargo otras veces ocurre algo, un sonido, una luz, un olor, algo que la trae de vuelta como un torbellino tan arrollador, que no me da tiempo a recordar que ya no esta y tengo el absurdo reflejo de pensar en llamarla o ir a verla, milésimas de segundo después me siento absurda, desolada... ¡qué coño!... ¿Cómo es posible después de tanto tiempo?...¡O tan poco! 

Después de 5 años sigo echándola de menos, sobre todo en los buenos momentos, esos que hubiese merecido vivir, que tanto la hubiese gustado compartir conmigo, los malos ya me los guardo que ya tuvo los suyos. Sigo necesitándola cuando menos la necesito y sigue haciéndome feliz la idea de parecerme tanto.

Desde que abrió la veda me lo lloro todo, pero también me lo río y si me deja la vida la disfruto, o la meto mano como diría Sabina. Esto lo descubrí después de pensar que nada de "queporbiennovenga" tenía todo aquello. ¡Qué osadía contradecir al refranero! como si no llevase a sus espaldas mas vivencias de las que yo podría tener naciendo 10 veces.

Un año mas asumo que esto es lo que hay, me rebelo ante el olvido, reclamo mi dolor como ancla para el recuerdo y me permito unas lágrimas con la gran fortuna de sentirme rodeada de quienes no dudan en enjugarlas, no está mal como "queporbiennovenga", no?





sábado, 4 de julio de 2015

Yo pido con...

Supongo que como fruto de esta febril ola de calor que está causando tan indeseada vigilia en todos los que la sufrimos lejos del aire acondicionado nocturno, hoy me he visto inmersa en una conversación, cuanto menos lógica. 
Traía a colación no sé qué estudio que se había hecho sobre los beneficios e inconveniente de dormir solo o acompañado.
Por un lado las ventajas físicas del sueño en solitario, cuando hay espacio, silencio y tranquilidad. Por otra parte, como contrapartida, el componente afectivo y  los enormes beneficios emocionales y psicológicos de compartir cama con alguien con quien se tiene algún vínculo afectivo.
Yo, que sé valorar un buen sueño como algo realmente necesario y reparador, he de posicionarme al otro lado de la línea. Prefiero acostumbrarme a dormir con ruidos, movimientos o extra de calor con tal de sentir en mi espalda su cuerpo, oír cómo respira, entrecruzar las piernas en un momento de la noche solo para confirmar que sigue ahí, cerca, notar como su mano en mi cintura me atrae hacia él, buscarlo cuando algún ruido me despierta, percibir la distancia en los días de calor y el deseo al despertar retando si es necesario, las altas temperaturas.

No soy de practicidad, no me cortaré el pelo para no tener que peinarlo ni me pondré velcro por no atar y desde luego, si de mi depende no dormiré en camas distintas por no adaptarme a los pequeños inconvenientes que pueda tener sentir piel…sentirlo en mis brazos… 



lunes, 15 de septiembre de 2014

Cuarto 15 de septiembre...

Cuando llegan estas fechas, inevitablemente, me vuelvo taciturna, sobrellevo retorcimiento visceral reconocible, callo de más y me repliego discretamente, para no dar lugar a las preguntas que subsano y evito responder usando el socorrido "será el síndrome post-vacacional" que acompaño con una sonrisa tranquilizadora, y que tan bien me ha venido estos últimos 4 años... en realidad 3, el primero nadie preguntó.
Han pasado ya 4 años. 4 años de sensaciones que han ido mutando y condicionando mi forma de ver el mundo. Es curioso como en nuestra vida casi todo evoluciona hacia estadios que nos sorprenderían, del mismo modo que ocurre con las relaciones personales.
Recuerdo con ternura la nuestra. En principio, claro, basada en el amor por su parte y la necesidad mas básica y absoluta por la mía. Poco a poco pasaría a ser lo mas importante de mi vida, mi guía, mi punto de referencia, justo antes de que yo entrase en esa extraña y beligerante edad que la convirtió en mi mayor enemiga. Qué edad tan fascinante, tonta y afortunadamente pasajera. 
Mi primer momento de madurez nos llevó a la complicidad, a una visión más humana y real de su persona, sin endiosamientos ni odios, fue en ese momento en el que descubrí a la Mujer, al margen de parentescos. Conocí la vida de alguien a quien había mirado siempre como si no supiese, ni remotamente, lo que significaba vivir para sí misma de un modo pleno..., qué afortunadamente equivocada estaba.
Pocos años después cuando menos la necesitaba y mas cerca la quería, se dio ese periodo maravilloso, que duró lo que la naturaleza, rotunda, decidió. Me miraba como una igual, con serenidad y cierto orgullo. Poco a poco dejaba de ser la persona poderosa y reguladora, mostrándome a alguien mas real, tierna y cargada de emociones de mujer similares a las que yo sentía. En ese momento descubrí una profunda admiración hacia la gran mujer que tenía delante de las narices y no había sido capaz de identificar durante tantos años. Era tan afortunada y estaba tan orgullosa que disfruté, lo que el tiempo me concedió, de aquella fascinante mujer que siempre mantuvo su base de nuestra relación en el más desinteresado amor.
Hoy vuelvo a sentir raro, a tragarme las ganas entender en qué consiste esto y procurar aceptar según qué cosas sin más, por mucho que me joda.
Hoy, como cada día, vuelvo a echarte tanto de menos, quizás un poquito mas por ser hoy.
Hoy se me permita estar un poco cabreada con el mundo, ya mañana paso a otro estadio, pero es que hoy me cuesta un poco ver el sol. 


lunes, 21 de abril de 2014

Άγια Σοφία

Hacía mucho calor, tanto que después de hacer el amor no habíamos dormido ni dos horas cuando note su mirada en mi cara.
Abrí los ojos y miré los suyos, tan verde oscuro, o tan negros, o tan las dos cosas, con un brillo intenso y profundo que taladraba mi cerebro como si pudiese ver lo que pensaba.
"Mucho calor"- me dijo sonriendo. Asentí.
Hacía tanto calor..., tan húmedo que costaba respirar y tan sofocante que cualquier movimiento suponía un esfuerzo sobrehumano. 
Se levantó extendiéndome la mano. Me llevó hacia el salón, junto a la ventana de lo que debió ser años atrás una terraza, desnudos, en silencio para evitar despertar a su primo que dormía en la habitación contigua, con la puerta abierta esperando inútilmente sentir alguna corriente. 
"¿Te gusta?"- me susurró al oído mientras señalaba con el dedo la fantástica vista. -"este es el motivo por el que elegí esta casa".
La visión era tan hermosa e hipnótica que resultaba imposible retirar los ojos de los cuatro minaretes y la magnífica cúpula de la que fue, sin duda, reina de construcciones, símbolo de imperios que se consagraban adaptando sus paredes y manteniendo en capas siglos de arte e historia que aun hoy bullen en sus muros, columnas y escaleras. La iluminación de la noche la hacía aún más fascinante y mágica, impidiendo que mirase a su compañera, más admirada por muchos y carente de importancia para mí al lado de su divina sabiduría. 
Podía notar cómo su aliento en mi espalda me cortaba la respiración. Adoraba su aroma mezclado con sudor y el humo de toda una tarde fumando en Çorlulu Ali Paşa Medresesien, donde me enamoró mientras narraba con calma la importancia que, el día de mi cumpleaños, tenía para su pueblo. Sentí cómo todo mi vello se erizaba al contacto de su barba cuando me besaba el hombro, como si una corriente fresca hubiese entrado por la ventana acariciando junto con sus manos mi cuerpo.
Esa noche hicimos el amor como si no hubiese nada que perder, como si tantos siglos de historia y luchas de poder nos hubiesen poseído en la capital de una Europa aun inexistente, que solo pudiese conquistarse tras invadir nuestras pieles.
A la mañana siguiente salí sin hacer ruido, sin mirar atrás, sabiéndome observada por sus ojos kurdos que seguían mi espalda desde la terraza donde nos habíamos amado, esa terraza a la que nunca volvería y que tantas veces rememoraría en el calor de la noche madrileña.

martes, 14 de enero de 2014

Motivos: Libros sin "pre-historias"

Hace pocos meses, días antes de su lamentable cierre y gracias al genial consejo de alguien a quien sigo por aquí, tuve la suerte de chusmear en las estanterías de una librería maravillosa de Barcelona. 
Barcelona, noviembre 2013
Era uno de esos sitios mágicos que hacen que disfrutes durante horas mirando y rebuscando en su desordenado “orden”, donde no existe lógica alfabética por autor o nombre, y donde la suerte de colocar los ojos en el lugar preciso y en el momento adecuado hace que encuentres aquello que sin buscarlo era exactamente lo que querías , y el no ponerlos te deja con la sensación de que tienes que volver, porque no hay duda de que está ahí, convirtiéndose en misión ineludible dar con él, como si del amante perfecto se tratase.
A escasas horas de volver a esta ciudad, esta vez con excusa laboral ampliada por mi inevitable necesidad, me asusta pensar lo que pueda encontrar en su lugar si a mis pasos les da por dirigirse hacia allí.
Barcelona, noviembre 2013
De mi visita salió un libro. ¿Los motivos?  Los motivos fueron que por alguna razón captó mis ojos, un ex-libris personalizado del que debía ser su anterior dueño, cuya vida me produjo en el acto una inevitable curiosidad, y una primera frase que lo mantuvo pegado a mi mano irremediablemente. No necesité más, tenía que comprarlo, y no entendí que unos días más tarde, un amigo se mofara de mis motivos llamándome, con cariño, raruna. Raruna…, vaya, menos mal que no le conté que me gusta olerlos. Es curioso, siempre pensé que todos teníamos motivos de esos que, como bien decía Pascal, la razón no entiende, y que se asumían como "pseudoracionales", ya que no en vano en demasiadas ocasiones son, al menos para mí, determinantes en la decisión. Sin embargo, como viene siendo más habitual de lo que me hubiese gustado, vuelvo a encontrar que, lo que considero común a la mayoría, no es más que una mera opinión entre, como diría un grande, más de 100 motivos. 
Bien pues,...motivos..., motivos de esos que a priori a nadie interesan y que de algún modo despiertan mi curiosidad..., motivos como ¿Qué nos mueve a comprar libros de los que no tenemos más referencia que ese primer instinto de cogerlo de la estantería? 
Mi muestra es seguro, una selección  nada válida para un sociólogo que se precie, pero a mí me vale por el respeto que profeso a los que consulté y por ese curioseo poco ortodoxo que buscaba cuando recibí sus respuestas.
Es curioso cómo, sin mirar sus nombres hubiese podido averiguar de quien era cada una de ellas. También es curiosa la asunción por parte de la mayoría de que últimamente ya no compra libros sin referencia, son malos tiempos para algo mas que para la lírica. 
En cualquier caso aquí dejo, agrupados pero sin tratar para respetar su frescura, esos motivos que los mueven cuando osan comprar libros sin “pre-historias”:

- Formato: “Letra grande”, “calidad de la impresión”, "que no sea demasiado grande, no me gustan los libros mazacotes, me resultan pesados antes de empezar…”. “Líneas ni muy separadas ni muy juntas”

- Editorial y edición: “yo era fan de  "S_____" tuve una temporada que me compraba uno al mes”, “el número de edición o una buena traducción”.

Portada: “portada llamativa, con un buen diseño” (muy recurrente), “Portadas con foto triste... gris nube, viento, libertad, cadenas, amor, te quiero, sexo… o portada naranja girasol o portada que diga... Neruda o Camus o Cortazar o…”

- El título: “Los grandes títulos que no he leído”. “Un título de impacto”. “Títulos con palabras que identifique con mi momento”. “Títulos graciosos”.

- El autor:Que sea un escritor de moda”. “Que ya haya leído algo suyo”.

- Colocación en la tienda:muy visible en la tienda o en el escaparate”; “que tenga un cartel de Best Seller”, o por el contrario “que no sea un Best Seller”

- Leer algoPrólogo o sinopsis:”Si me llena lo que leo es mío, es una manía, un pellizco” Aunque también están los que opinan: “Ah, las sinopsis intento no leerlas porque muchas veces son como los trailers,  te destripan la peli”.  
Leer  unas páginas al azar: “que sea hermoso o fresco de leer”.  “Que no tengan muchos datos y poca literatura, para eso cojo una enciclopedia”

Por temas: “Me compro de forma impulsiva tratados de psicología”, “Novela histórica”, “Clásicos”, “Novela asiática, especialmente china o japonesa”.

- Estado de ánimo:“compré "-----" en un buen momento pero luego pasé una racha enfadada con el mundo y lo tuve que dejar a medias. El puto libro me sacaba de quicio!!!”; “ En rachas raras me apetece leer novela negra, de crímenes, libros tenebrosos",  tengo los clásicos de desamorCreo que si los colocase por orden cronológico de compra sabría quién me rompió el corazón en cada libro”

Estos son sus/nuestros motivos, solo me queda dar las gracias a los que aportaron su granito y decir que me encantaría, si tenéis a bien, saber que os hace dar la oportunidad a un libro del que no sabéis.



jueves, 9 de enero de 2014

Aires británicos

Liverpool, enero 2014
El Reino Unido siempre me ha parecido una tierra de olor muy peculiar. Una extraña mezcla de humedad, moqueta, música, frito, te, madera, vanguardia, cerveza, arte, ladrillo, tradición y especias de todas partes del mundo, que convierten la inhalación en algo casi rancio y al mismo tiempo tan liberador y multicultural que resulta deliciosamente refrescante... 
Puedes percibirlo desde el momento que sales de cualquiera de sus aeropuertos, quizás en distintas proporciones en función de la región, pero sin duda perfectamente reconocible aun con todas las empalagosas esencias ambientales y perfumes que tan dados son a utilizar.
Liverpool, enero 2014

Yo, que creo poder distinguir su fragancia aun con los ojos cerrados, especialmente desde que dejé de fumar, admito que me despierta cierta ternurilla e inevitable cariño con un toque de nostalgia o, quizás, algún tipo extraño de crítica y contradictoria “britishphilia”, a fin de cuentas, como dice canción con que acompaño, esta vida prepara cosas extrañas.
Así, aunque no podría decir que su aroma me agrade, admito la necesidad casi orgánica de respirarlo a pleno pulmón para sentir como reales mis recuerdos, para recuperar esa parte más artística y libre de su historia y escuchar a cada paso, en cada muro, la música que ha fluido y fluye a borbotones por sus venas, y sin la que difícilmente podría entenderse como lo que es.
Hacía más de un año que no iba, de hecho la última vez que fui en invierno me juré que no volvería con fríos, algo que debí olvidar cuando cogí el billete para las pasadas navidades, no sé, igual solo pensaba en cerveza y música.  Ahora, recién vuelta de tierras beatlelinas, con reserva en los pulmones y la memoria para los próximos meses o años que puedan pasar hasta que me arranque de nuevo la necesidad de pisar sus charcos, y tras haber descubierto una parte más amable de la que recordaba en sus gentes, quizás en comparación con el escaso humor que últimamente nos gastamos en la península, recuerdo su aliento y me hace sonreír y jurar que no volveré con fríos, pero que sin duda volveré por y a pesar de lo gran británico del asunto.




lunes, 25 de noviembre de 2013

Una de Vástagos


El jueves pasado volví a tener la suerte de asistir a la presentación del último libro de Álvaro Bermejo: "Eternamente tuya".
Una tarde magnífica que, esta vez, se ubicó en Tipos Infames, un lugar que si tuviese que definir, diría que invita. Invita a leer, invita a compartir, invita a tomar un vino mientras recorres sus estanterías leeeentamente sintiendo que te lo llevarías todo, o que podrías quedarte por allí para siempre. Es una librería…,es un bar… y sin embargo no se llega a sentir de que sea ninguna de las dos cosas. Es un espacio para compartir, para disfrutar, al que yo solo añadiría algo de música francesa o un jazz bajito y sutil, casi imperceptible.
La presentación impecable, con la genial colaboración de Clara Tahoces, el tema: vampiros.
Yo, que debo reconocer absoluto desconocimiento y cierto desinterés en el tema, salí con mi ejemplar ansiosa de hincarle el diente y con la sensación de que, no haber leído a Stoker (cosa que se resolverá en breve), es una de las más grandes pérdidas literarias de mi vida, rozando casi la indecencia.
La conversación de ambos autores fue dinámica, atractiva e hipnótica, como si de vampiros se tratase y nosotros, sus víctimas, solo pudiésemos desear entrar en ese mundo de belleza, seducción, crueldad, deseo, pasión, absorción vital y un amor loco, absoluto, excesivo que supera cualquier límite, sin desnatarse como esos vampiros ñoños que tanto proliferan últimamente.
Retoma el vampiro malvado, despiadado, aquel que solo busca sobrevivir a costa de todo y todos ¿os suena? Seguro que todos tenemos nuestros vampiros personales, aquellos que acaban con la energía de los que le rodean sin escrúpulos.
Supongo la idea del vampiro podría extrapolarse a muchos ámbitos de la vida social, política y económica, especialmente en los tiempos que corren.
Quizás también sea por eso que, por primera vez en mi vida, sienta la curiosidad necesaria para interesarme por estos seres que representan el lado más brutal y primitivo del ser humano.


martes, 19 de noviembre de 2013

Son de otoño

No soy simpatizante del otoño.

Me molesta la oscuridad sumada a esa dudosa necesidad de restarle luz a los días cambiando horarios, y la inminencia de un frío que solo puede ir a más y que, para perritos callejeros como yo, resulta terriblemente molesto.

No me gusta el otoño, excepto en días que, como ayer, muestra su parte amable con noches claras y frescas de luna casi llena, gorda, luminosa, indecente.

No me gusta el otoño, bueno, igual...solo cuando la lluvia invita a sofá, manta y tarde de películas, amigos y risas. 

No me gusta el otoño y sin embargo, me encanta cuando las hojas tornan en amarillo, antes del marrón que, inevitablemente, las hará caer. Madurez de tierna y luminosa lucha por la vida.

No me gusta el otoño aunque me invite a retomar temas como este que, con un extra de sol, no suenan igual.

No me gusta el otoño...

domingo, 1 de septiembre de 2013

Fin de temporada

Hoy se cierra hasta el año próximo el periodo de desayunos trafalgareros. 
No podía faltar a la cita el último día, a pesar del levante perdigonero y el cansancio propio de pocas horas de sueño y demasiadas cervezas de despedida. 
Dicen que el madrugar ayuda, pero a mi no se me quita la sensación de nudo marinero en la boca del estómago. No se si seré capaz de enfrentarme de nuevo al límite visual propio de la ciudad. Dejar de sentir que no hay paredes aparte de la línea blanquecina que limita azules y texturas muy al fondo, mas allá de donde la miopía me permite llegar. Esa línea ligeramente más alta si miras de frente, que pierde grados simétricamente según se aleja a derecha e izquierda del punto frontal. 
No, no se me quita el nudo de vuelta al cole, de no respirar y saborear mar. 
No se me quita el nudo de haber dejado demasiadas cosas para septiembre y de haber descubierto muchas mas. 
Quizás siga el nudo por no tener la certeza de regresar pronto, o de sentir tanta paz, porque el invierno es muy largo o porque necesito más. 
El tiempo se me acaba, clausuro pues temporada con nudo y mucha, mucha nostalgia.

miércoles, 21 de agosto de 2013

Trafalgar

Queda inaugurada oficialmente la temporada de desayunos, de amaneceres tempraneros, en el faro.
No soy una persona dormilona y, como a los niños, en según que situaciones, cuando abro el ojo, no soy capaz de volver a dormir, me entra el nervio y tengo que ponerme en danza. Las vacaciones es una de esas situaciones y supongo que los escasos días la principal causa. Así, como suelo viajar con gente que duerme por mi, tengo costumbre de desayunar con calma y, para no molestar, coger mi atillo y salir a pasear hasta el faro. 
Hoy sin embargo decidí cambiar costumbre y, para variar, preparé el desayuno y me lo llevé. Con un ligero levante que en ocasiones me hacía andar como Michael Jackson en smooth criminal, viéndome sobrepasada por los que corren por la arena como si fuese asfalto mientras a ti se te hunden los pies haciendo que tires en exceso de glúteo he llegado por fin al lugar de ''cumbres borrascosas'' donde amaina el viento, las corrientes son traicioneras y está la gente justa: yo. 
Ahí, algo cansada y feliz, he sacado la tostada, el café, la trilogía de NY, fotos y todo lo demás ha venido solo, la paz, el relajo, las olas, la belleza y la intención de tomarlo por costumbre.

lunes, 22 de julio de 2013

Sin palabras...


Así nos dejó a todos los que estábamos allí el tipo de la voz de oro. Empezó hablando sin arrepentimientos de futuro y, no podía ser mas propio, terminó cerrando bares. 
Siempre he agradecido la gran capacidad de emocionarme que tengo y el miércoles pasado lo agradecí doble, es increíble sentir así.
En un recinto con cerca de 17000 personas, que bien podría haber sido el salón de mi casa del silencio tan absoluto que se oía, me cantaba casi al oído en la distancia quien, tras ofrecer ponerse máscara y examinar cada pulgada de mi, durante unas horas fue definitivamente mi hombre.
Cierto es que eché de menos algo más de entusiasmo, solo visible y vaya por delante que me encantó, en la pareja que en la fila de atrás, con cada canción se comía a besos como adolescentes distando muy mucho de serlo. También, como era de esperar, cuando en los bises tomaba definitivamente la capital germana algo se movió en las gradas, pero a la afición alemana poco dada a mostrar emociones, no podía pedírsela más, así son las cosas... todo el mundo lo sabe.
Fue una experiencia maravillosa, los músicos brillantes, los coros de los que hacen soñar con elfos y ninfas y la puesta en escena sencilla y perfecta. 
Esa tendencia al suelo casi como
 seña de identidad , incluso de rodillas, con el cable en la mano bien cerca del micrófono, junto a la cara, daba más dramatismo al cuerpo perfecto de Suzanne y al silencio de quien encontró la muerte pero no le delató.
La persona que me acompañaba, que temió sentencia a 20 años de aburrimiento cuando comenté que solía durar entre tres y cuatro horas, terminó enjugando lágrimas absolutamente emocionada, no podía ser de otro modo.
Perdono la descortesía de no entrar en mi vida secreta a cambio de la esperanza, no demasiado realista, de volver a bailar un vals con él en un escenario parecido.
Vuelvo a agradecer la gran capacidad de emocionarme, de disfrutar, pero le agradezco aun más a usted, don L.C., la tremenda capacidad que aun tiene de emocionar.
Sincerely N.R. 



A los que nos quedamos sin batería siempre nos queda youtube y es de ley poner esta, aunque no se oiga demasiado bien. 


martes, 2 de julio de 2013

No todas las mujeres fingen jaquecas


Hablaba con amigos cuando sintió su presencia justo detrás de ella, a pesar del tiempo transcurrido no necesitó darse la vuelta, sabía que era Él, algo que no podía explicar le generaba una reacción física difícil de ocultar. Era el momento de salir de allí de un modo discreto.

Hubo un tiempo en que se sentía diferente, aquel tiempo en que temerosa de Dios sufría al percibir que algo "raro" debía ocurrir con ella, esas sensaciones y esa necesidad orgánica que aparentemente nadie sentía... Una férrea educación católica y algunas recomendaciones de los mayores sobre las virtudes en la mujer fueron las causantes de que demonizase sensaciones tan maravillosas como naturales e inevitables.
Las mujeres no debían tener esos pensamientos, esos deseos, eso era cosa de hombres. Ellos no podían evitarlo, entre tanto las mujeres gestionaban la desgana como podían con jaquecas y si se daba el caso, miradas a otro lado cuando de incursiones maritales nocturnas se trataba.
Fueron pasando los años, tras una durísima negociación con su conciencia, Dios se retiró de su vida. Heroínas literarias de siglos pasados cargadas de pasión restaron rareza a su deseo y finalmente, Él apareció para demostrar que si aquello era extraño en una mujer...bienaventurada fuese su extrañeza.

Sintió su presencia tan cerca que el aire se hizo más denso, le costaba respirar. Se mordió con fuerza el labio inferior cuando oyó su voz "¿Dejaré algún día de desear besarte?"
Ella se giró, "¡Claro!", contestó con la suficiencia de quien ha superado su necesidad, miraba directa a sus ojos, con media sonrisa para dar más crédito a su mentira.
Él sonrió mirando desde abajo y se acercó para susurrar a su oído "Sé que aun deseas que te bese".

Lo miró con desdén moviendo la cabeza como cuando se desaprueba el acto de un niño, y se dirigió a la puerta.
Solo tenía que llegar a la puerta y salir. Su respiración se entrecortaba y temblaba de un modo difícil de controlar, pero aquella historia de idas y venidas, de gran intensidad para bien y para mal, ya había durado demasiado, más de lo que debió haber permitido, y ninguno de sus episodios acabó bien.
Ahora estaba tranquila, había decidido darse una oportunidad con Paco. Era un buen hombre, atento, amable, la quería y sería un gran compañero. Cruzó la puerta pensando en esto y entonces lo vio, algo faltaba en la lista de calificativos de su relación con Paco. Huyendo de relaciones convulsas buscó la calma a costa de la pasión, una pasión que ni la congoja divina había conseguido mermar años atrás, faltaba aquello que durante tanto tiempo la hizo sentir tan viva.
Paró en seco, "Pero...¿qué estoy haciendo?" No quería locuras descontroladas, pero ella ya sabía lo que era tocar el cielo y no, no era ni sería de las que fingían jaquecas.
Sacó su teléfono y respirando profundo marcó mientras reanudaba lentamente su camino hacia la salida -''Paco! ¿Podemos vernos?.. Tenemos que hablar...''

domingo, 2 de junio de 2013

Yo?...Azapata

Aquel ser extraño que mantenía a la altura de su boca ese trasto encargado de ampliar su voz soltó una enorme carcajada. No conseguía entender por qué todo el mundo se reía. Si bien su tono no tuvo todo el temple que hubiese querido, lo cierto era que su profesión elegida era tan válida como otra cualquiera, la permitiría conocer sitios remotos y viajar siempre que quisiese, sin límites.
"Pero por qué se ríen?" Pensaba mientras abría de par en par sus enormes ojos, esos ojos que la miopía aún no había conseguido mermar. Con 6 años si no se entiende algo se espera una explicación, pero aquel payaso mal pintado le daba más susto que confianza y prefirió mantener su duda a preguntar motivos. En cualquier caso, temía que aquello no acabaría allí, y que tendría que pasar por alguna otra escena humillante que incluyese a aquel niño de 8 años que frente a ella acababa de comunicar que sería bombero sin provocar más reacción que aplausos entre vecinos y familiares.
Años después lo entendió, la dichosa P en detrimento de F y esa maldita costumbre española de no corregir a los demás, ya sea porque "es taaaan graciosaaaaaa" o porque no queremos incomodar al que lo dice y parece que prefiramos dejar que siga errado hasta que la casualidad o alguna situación violenta haga que se percate.
Igual fue ahí, en esas fiestas de barrio, cuando desarrolló esa sensación rara que sentía en las ferias. No huía de ellas, de hecho ahí estaba, festejando las fiestas patronales de la localidad que intentaba, sin mucho éxito, adoptarla. En fin, un ratito de viernes con amigos y cerca de casa no parecía un mal plan.
Pero ese olor a frito, la música descontrolada de feriantes y la indecente luz que deja desnuda a la noche seguía provocando una reacción orgánica extraña que conseguía erizar su vello. Así, mientras hacía correr aquel camello, miraba de soslayo a ambos lados por si a aquel jodío payaso le diese por volver micrófono en mano a reírse de su sueño de volar.
Solo sería un rato y si la ocasión lo requería, siempre podría subir al camello y largarse de allí, muy lejos de la estridente música, a un lugar donde la noche siguiese siendo oscura.

lunes, 6 de mayo de 2013

Porque no tenemos otra vida en la mochila

    En ocasiones me cuesta horrores tomar decisiones. Afortunadamente no me ocurre en el ámbito laboral, donde puedo reconocer cierta agilidad , a veces incluso exceso de osadía o inconsciencia que igual algún día me cuesta un disgusto, pero que por otra parte, me produce cierto regustillo.
  Sin embargo en mi vida privada, ya sea porque ninguna de las opciones me convence, o porque las consecuencias me resulten desagradables, doy muchas vueltas antes de resolver lo que, en muchas ocasiones, casi desde el principio, percibo que se resolverá de una determinada manera.
   Ni mi espíritu hedonista ni la inmadurez peliculera que me aflora para estas cosas con contundencia ayudan en este sentido. Así invierto mucho tiempo, demasiado, en sostener situaciones que mi mente sabe que debo desechar hasta anclarme de un modo absurdo y generar, igual por el tiempo invertido, por cabezonería o a saber , cierta sensación de que debe salir bien sin atender a razones: tripas mandan.
   Hace tiempo, hablando con una amiga de las que te dejan rumiando ideas lanzadas entre chorradas, en ese escaso margen de seriedad que la permitimos nos dijo: hay gente que vive como si tuviese otra vida en la mochila”.
   No sé si fue ahí pero desde luego algo tuvo que ver, son esos momentos de revelación, de “¡ coño!”, apertura de ojos y cara de bobalicona, “¡claro!”. Así, en mi empeño de resolver cositas que, de algún modo, me metían el dedo en el ojo, de a poquito y sin grandes pretensiones, conseguí cambiar cosas importantes en mi vida. Sin embargo me dejé cosas para septiembre, esas cosas que cuestan más. Cuando las encaré puse fecha, por eso de que el cerebro no entiende de “algún día...” o "a ver sissss…”.
 Traspasada la fecha de alguna, meditado, sentido y sobre todo analizado más con cabeza que con víscera, aunque me jode, cumplo, y lo hago poniendo distancia ya que la altura no me funciona y es que, aunque a veces me cueste verlo, sé y procuro no olvidar, que no tengo más vidas en la mochila.

sábado, 27 de abril de 2013

De recuerdos y momentos

Ayer, después de clase, en esas charlas cerveceras tan terapéuticas, donde dejas resúmenes semanales, miserias, alegrías y sobre todo te llevas muchas risas, una compañera y buena amiga, motivó esta entrada.
Después de narrar una hilarante historia de su periplo adolescente, dio un trago a la cerveza, elevó las cejas, suspiró y dijo: siempre que hablo de estas cosas tengo la impresión de estar hablando de otra persona, como si nunca lo hubiese vivido e inventase historias que nada tienen que ver conmigo.
Es curioso cómo se nos difumina el pasado, cómo lo que fue tan importante, urgente, alegre, triste, único..., se convierte en una especie de "vida de los otros" cuando el tiempo pone espacio entre esos momentos y el que vivimos ahora.
También me dio que pensar, de unos años a esta parte, me he esforzado por dar un valor especial a los momentos, vivirlos con intensidad y no perdérmelos para luego recordarlos mejor de lo que los viví.
Cuando salimos del bar, pasada la media noche, descubrimos que llovía con intensidad, era una de esas noches que tanto gustan a un gran contador de historias que sigo ávidamente por aquí. Me dirigí a casa bajo el paraguas, acelerando el paso, casi a punto de correr, entonces me di cuenta. Siempre me gustó, cuando no hace frío, sentir el agua de la lluvia en la cara, sin orden, torpedeando sutilmente sin mirar dónde caen hasta empapar y notar como las que sobran resbalan hasta la nariz y la barbilla para inevitablemente mezclarse con el resto y desaparecer. En ese momento paré, retiré un poco el paraguas y me dispuse a disfrutar del momento, con los sentidos a tope para impedir en la medida de lo posible, que cuando se convierta en recuerdo parezca no pertenecerme.
Alguno debió pensar que estaba loca, yo prefiero verlo como esa osadía que da el hacerse mayor y que no es concebible en edades más tempranas, donde las vergüenzas mandan, lo cierto es que poco me importa. Ese pequeño gesto hizo que llegase a casa con la sensación "genekellyniana" de haber pisado todos los charcos con una sonrisa casi indecente en los labios.

miércoles, 27 de marzo de 2013

Zahora tranquila

Las gotas se arrastraban como esperma aferrado a la ventana del vehículo. La semana, como es habitual para desgracia de penitentes, costaleros y cofrades, prometía lluviosa, feucha e incluso casera. Ya tenía ganas de experimentar esto fuera de temporada, cuando cuesta encontrar gente, bares repletos de risas, playas cálidas y amables que doren la piel y resuelvan gran parte del día. Ahora, en el ecuador de la semana puedo confirmarlo: SI, quiero esto. Esta tranquilidad me ha seducido y enganchado discretamente. Pasear por las calles de Zahora, saludar al que el día anterior ni conocías pero que sentado a tu lado a ver el partido lo convirtió en tu mejor amigo en el momento del gol. Reencontrarse casualmente con aquel sevillano tan especial y que te reciba con un abrazo entrañable, fuerte, con gran cariño, de esos que te hacen sentir que siempre estará ahí y que siempre habrá algo especial. Definitivamente podría acostumbrarme a esto, aunque me torne más huraña. Quién sabe, igual el negocio de jabones con el que fantaseo desde hace años...

jueves, 17 de enero de 2013

Bitacora ex-nicotínica

Como ya comenté y preví, este espacio es el más adecuado, a mi parecer, para derivar la "energía" de la que hablaba mi acupuntor, esa que produce mi organismo para el cigarro que no se fumará,  en acciones positivas que generen reacciones diferentes.
Este quizás sea de los momentos más complicados, ese momento en el que el día finaliza, todas las tareas están cumplidas o postpuestas para el día siguiente, cena terminada y descafeinado calentito en la mano. En la  TV las noticias, resumen rápido, y en la mesa el portátil que hoy promete Sopranos, sofá, manta y..., pues eso, y post energético en positivo.
Voy camino de mi tercer día sin tabaco y no podría definir si me resulta fácil o difícil. Hay horas que ni me acuerdo pero en ocasiones tengo incluso la impresión de tener un cigarro encendido en la mano, qué absurdo y fascinante lo que es la cabeza y las costumbres pueden conseguir. Lo que tengo es una nostálgica sensación de que algo se me olvida, ja, es bastante curioso.
Otra de las cosas que noto y que ya me habían comentado, es que de repente siento más el tabaco en mi pecho, estoy empezando a toser y tengo un extraño y desagradable sabor a tabaco en la garganta. Esto, aunque se sabe, sorprende porque en el fondo, cuando se deja, esperas notar mejoría inmediata y no un previo paso por una desagradable desintoxicación física. Quien sabe, igual esto venga bien para tomar cierta aversión al causante...o no.

viernes, 11 de enero de 2013

Manos


Hace unos días, con amigos, salió una de esas conversaciones, rellena-huecos, tan recurrerentes entre cervezas. Qué parte del cuerpo, propia o ajena, es la que mas nos gusta o en la primera que nos fijamos. Todo lo que se os haya pasado por la cabeza seguro que está en primer o segundo lugar en el ranking, no me cabe duda, y me parece natural, sin embargo mi parte favorita son las manos. No solo por su uso más práctico, que huelga describir, si no por su lado más sutil.
En mi caso reconozco una sensibilidad especial en y por esta parte del cuerpo, tiendo a tocar todo lo que se me pone delante, como si no hacerlo me impidiese verlo y a la vez, cuando algo me produce rechazo, las cierro en puño y retraigo el brazo. Las guardo a buen recaudo, cuando la persona que tengo en frente no me inspira confianza, y las saco de más cuando me atrae o siento un cariño especial.
Supongo que algo tendrá que ver con la infancia y ese ir enganchada, casi en volandas, de la mano de mama, esa seguridad que se sentía y que de mayor instintivamente se transmite a los más pequeños, dar la mano, acariciar la cabeza, como símbolo de protección y cariño, que desde luego funciona.
Por otra parte, su componente más sensual, y sin entrar en las caricias mas propias. Rozar casi imperceptiblemente la mano de alguien a quien se desea, acariciarla o mantenerla a una distancia tan corta que comprima el escaso aire entre ellas hasta hacerlo casi sólido, hace que ese momento se cargue de un tremendo erotismo, al menos para mi, que para estas cosas soy mas de tripas que de cerebro.
Así pues, sin restar valor al resto de nuestra anatomía, yo me quedo con las que, torpemente y tecla a tecla han escrito esto.


Esto también es de hace meses pero, como digo al principio, es un tema recurrente, y hoy ha vuelto a mi momento caña y amigos



miércoles, 9 de enero de 2013

Cuestión de piel

-Recuerdas el día que nos conocimos?
-¿Perdona? Cariño he perdido la conexión, ¿puedes repetirlo?
Eva sonríe de lado mientras ve como Juan mueve los cables del portátil.
-Digo, que si recuerdas cuando nos conocimos.
-¿Qué pregunta es esa? Claro que lo recuerdo! Fue en aquel bar al que ibas tanto con tus amigas. Yo era la primera vez que iba y en cuanto te vi, supe que me quedaría toda la noche.
-Es lo que dices siempre.
-Es que fue lo que pasó.
-Ya.
-¿Te pasa algo? Espera que pierdo señal
Eva frunció el ceño
-¿Por qué pones esa cara?
-Juan, esto no funciona
-Ya, hoy está raro, dame dos minutos
-No me refiero al portátil, nuestra relación no funciona
-¿Por qué dices eso?
-Yo necesito verte Juan
-Si nos vemos todos los días
-¿A esto le llamas verse? quince minutos de Skype, emails, whatsapp...Juan yo necesito VERTE, necesito tocarte.
-Sabíamos que iba a ser duro.
-También que iba a ser temporal y esto no para de alargarse.
-Es una gran oportunidad Eva, no podía rechazarlo.
-Lo se, Juan,-Eva suspira- lo se...pero..
-Pero ¿qué?
Eva nota como se humedecen sus ojos y baja su voz a apenas un hilo.
-¿Sabes? Ya no recuerdo el día en que nos conocimos
-Claro que lo recuerdas!
-Antes si Juan, todos los días, y te sentía cerca al recordarlo, pero con el tiempo dejé de hacerlo. Del mismo modo que dejé de recordar el olor de tu piel, el tacto de tu pelo y el sabor de tus labios.
-Solo hace tres semanas que no nos vemos.
-Hace meses que me cuesta recordar Juan.
-Espera no te he oído, malditos cables!!!
-Adiós Juan

martes, 1 de enero de 2013

Odio

Odio los día 1 de enero.
Odio sentir que el 31 debo hacer algo especial, mas porque hay que hacer algo que por apetencia.
Odio que en estas fechas me de esta tristeza extraña y esforzarme continuamente por fingir que no la siento.
Odio hablar con la gente y que sientan lo mismo.
¿Qué nos pasa en Navidad que nos deja tan faltos de energía y con una rara sensación de soledad, cuando en realidad vemos y compartimos nuestro tiempo con mas gente en unos días que en el resto del año al completo?
Supongo que tanto bombardeo mediático, adornos, películas, escenas de vidas cargadas de felicidad, solo nos hace mirar la propia con cierto desdén. Elementos comparativos crueles a los que dificilmente podremos hacer sombra ya que, incluso en el mejor de los escenarios, habrá numerosas carencias y seremos, en estas fechas, inevitablemente conscientes de ello.
Odio ser tan ingrata con mi vida, y sobre todo con mi entorno en estos días.
Odio empezar el año con la palabra odio.