Los mas leídos...cada uno sus motivos

jueves, 20 de noviembre de 2014

Romanticismo a medida por favor

Hace unos días tuve una conversación curiosa. Estaba  charlando con un tipo interesante que no conozco demasiado. Uno de esos amigos de amigos de amigos que no sabes muy bien de dónde salen pero que por algún motivo, cada vez que coincides, se convierte en esa cara amiga con la que siempre acabas convergiendo y hablando a pesar de la aparente falta de confianza. En esta ocasión había otra persona a la que no conocía, y que nos contaba lo romántico fue ese momento en que su pareja fue a buscarla con aquel precioso ramo de rosas rojas por San Valentín.
- “¿Te gustan las rosas?” pregunté
 -“Claro”- me dijo- “a todo el mundo le gustan”
- “ Claro...y...¿Es tu flor favorita?”
-“No, pero son bonitas y es romántico.... ¿Tú no eres muy romántica, no?- "Plassss" así lo lanzó directa, certera y sin ninguna compasión.
A partir de ahí infructuosamente me empeñé en hacerla ver que no era así, simplemente teníamos conceptos de romanticismo distintos pero no por ello el mío menos romántico. Mi cara amiga aprobaba mi discurso y me miraba de reojo para que desistiese con ella, que había decidido ya que yo era una mujer extraña e incluso, por su actitud, podría decir que poco femenina.
No le presté atención y, a pesar de su sabia mirada, me expliqué algo que no suelo hacer...demasiadas cervezas supongo. 
Así le conté lo poco que me emocionan mil rosas, comparado con el temblar de mis las piernas si lo veo  aparecer con una simple margarita un día cualquiera, solo porque sabe que esa es mi flor favorita.  Que de buena gana sustituyo una noche en el Ritz the París por ese Riad de Marrackech donde besarnos sin fin cada vez que la oración nos despierte en la noche. Que la banda sonora de mi momento romántico nunca sea el socorrido “When a man loves a woman” , porque sepa que muero por hacer el amor con él escuchando bajito  la trompeta y la voz de  Chet Baker. Que adoré aquel momento, ya lejano pero siempre en mi recuerdo, en que me venía a buscar al aeropuerto con un montón de regalices rojos porque supo pronto que me gustaban de un modo infantil, inevitable... que sabía de memoria y le divertía el modo en que lo separaba tira por tira como si fuese un ritual para ir mordisqueándole poco a poco y dedicarle un tiempo excesivo. Qué recuerdo con especial ternura el día de cumpleaños en que me regalaron el sonido del mar en un mensaje sonoro de móvil, acompañando  una  foto del lugar y lamentando no poder enviar su olor... Iba a seguir pero por su mirada entendí que no había mucho que hacer, si no incluía una joya, arrodillamiento, bombones o algún elemento ostentosamente romántico de menú del día.


Ahí decidí parar, los momentos y lugares mágicos los dejé para mi. Ni me tomé la molestia de explicar, que igual como consecuencia de un ego desmedido, me gusta sentir que buscan, y buscar, aquellas cosas que sorprendan, que te diferencian, y que pueden sacar una sonrisa, dejar sin palabras, hacer suspirar o emocionar de un modo personal y único... aunque eso me convierta, a según qué ojos, en poco romántica o escasamente femenina.