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lunes, 21 de abril de 2014

Άγια Σοφία

Hacía mucho calor, tanto que después de hacer el amor no habíamos dormido ni dos horas cuando note su mirada en mi cara.
Abrí los ojos y miré los suyos, tan verde oscuro, o tan negros, o tan las dos cosas, con un brillo intenso y profundo que taladraba mi cerebro como si pudiese ver lo que pensaba.
"Mucho calor"- me dijo sonriendo. Asentí.
Hacía tanto calor..., tan húmedo que costaba respirar y tan sofocante que cualquier movimiento suponía un esfuerzo sobrehumano. 
Se levantó extendiéndome la mano. Me llevó hacia el salón, junto a la ventana de lo que debió ser años atrás una terraza, desnudos, en silencio para evitar despertar a su primo que dormía en la habitación contigua, con la puerta abierta esperando inútilmente sentir alguna corriente. 
"¿Te gusta?"- me susurró al oído mientras señalaba con el dedo la fantástica vista. -"este es el motivo por el que elegí esta casa".
La visión era tan hermosa e hipnótica que resultaba imposible retirar los ojos de los cuatro minaretes y la magnífica cúpula de la que fue, sin duda, reina de construcciones, símbolo de imperios que se consagraban adaptando sus paredes y manteniendo en capas siglos de arte e historia que aun hoy bullen en sus muros, columnas y escaleras. La iluminación de la noche la hacía aún más fascinante y mágica, impidiendo que mirase a su compañera, más admirada por muchos y carente de importancia para mí al lado de su divina sabiduría. 
Podía notar cómo su aliento en mi espalda me cortaba la respiración. Adoraba su aroma mezclado con sudor y el humo de toda una tarde fumando en Çorlulu Ali Paşa Medresesien, donde me enamoró mientras narraba con calma la importancia que, el día de mi cumpleaños, tenía para su pueblo. Sentí cómo todo mi vello se erizaba al contacto de su barba cuando me besaba el hombro, como si una corriente fresca hubiese entrado por la ventana acariciando junto con sus manos mi cuerpo.
Esa noche hicimos el amor como si no hubiese nada que perder, como si tantos siglos de historia y luchas de poder nos hubiesen poseído en la capital de una Europa aun inexistente, que solo pudiese conquistarse tras invadir nuestras pieles.
A la mañana siguiente salí sin hacer ruido, sin mirar atrás, sabiéndome observada por sus ojos kurdos que seguían mi espalda desde la terraza donde nos habíamos amado, esa terraza a la que nunca volvería y que tantas veces rememoraría en el calor de la noche madrileña.

16 comentarios:

  1. Conservo el recuerdo de mi viaje a Estambul como uno de los más excitantes que he hecho en mi vida, a pesar de haberme perdido la fantástica vista desde la terraza del dueño de los ojos kurdos ;-) Un abrazo.

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    1. Estambul es tan mágica que no necesita añadir nada para que nos sintamos absolutamente enamorados, seguro que fue un viaje fascinante, no me cabe duda.
      Un abrazo eRRe

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  2. Hay momentos y viajes inolvidables.
    Un abrazo.

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    1. También hay sitios más propensos a conseguirlo, afortunadamente.
      Un abrazo ohma

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  3. Tantos viajes pendientes... algunos físicos otros internos.
    Disfruté este viaje a tu rincón, Nurocas.

    Más abrazos

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    1. Está bien tener siempre algún viaje o alguna vivencia en mente, mantener la expectativa de que, mejor antes que después, podamos cumplirlo.
      Un abrazo

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  4. Un relato profundo, sensible, que me deja lleno de sensaciones sobre todo preciosas. La narración impecable y el encuentro tan real como la vida misma.
    Maravilloso Nurocas. Hoy me has hecho soñar...

    Un abrazo.

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    1. Muchísimas gracias Josef. Aunque peco de hedonista y me conformo con que me las cause a mí, me alegra sentir que pueda causar en otros gratas sensaciones.
      Eres muy amable y valoro muchísimo tus palabras, especialmente sabiendo cómo narras y de la calidad de tu trabajo.
      Un fuerte abrazo y, de nuevo, gracias

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  5. Sin desmerecer entradas anteriores (una de las cuales me tiene casi como protagonista), creo que ésta es la que más me gustó.
    Dejaste volar la pluma, así se hace.
    Un beso grande.
    HD

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    1. Muchísimas gracias Humberto.
      Ya sabes que sé que el talento no me acompaña y esto es más terapéutico para mi que otra cosa, pero tus palabras hacen que me sienta genial :).
      Me alegra que te haya gustado, es una entrada muy especial para mi, y que llevaba tramando hacía tiempo.
      Un gran beso

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  6. ¿Qué sería de la vida sin esas perlas agridulces?
    Un beso grande

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    1. Son las que hacen que la vida sea maravillosa.
      Gracias por tus palabras Rick, espero que todo esté bien.
      Un gran beso

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  7. Acabo de toparme (aún no sé cómo) con tu blog, y he de confesar que me encanta. Y eso que sólo te he leído las entradas del 2014.

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    1. Muchas gracias LaCalei, vengas de donde vengas :).
      Gracias por dedicarme un ratico y sobre todo por tus amables palabras

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  8. Me enamora tu enamoramiento, tus sentimientos, toda esa noche y esa despedida.
    Recuerdo perfectamente leerlo, me extrañé de no ver comentario, pero eso a veces es insignificante comparado a no olvidar tu genial historia.

    Besos y un gran abrazo,

    tRamos

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  9. Es un recuerdo hermoso, real o imaginado (los recuerdos pueden cambiar tanto que se convierten en pura imaginación sin dejar de ser auténticos) y muy evocador.
    Sólo digo chapeau!

    Un beso, Nurocas.

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No suelo ejercer de censora, pero prefiero mirar primero, comprensible, no?