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martes, 30 de julio de 2013

Terapia de peluquería

He descubierto que mi peluquera fue, igual en otra vida, agente de los servicios secretos de inteligencia al servicio de su majestad. Que ¿cómo lo supe? Muy sencillo, en solo 15 minutos consiguió saber mi nombre, dirección, estado civil, trabajo, vacaciones para los próximos meses, grupo sanguíneo, RH, código genético y de haber estado unos minutos más con le hubiese dado sin dudarlo el pin de mi tarjeta.
Curioso sitio las peluquerías, ese lugar donde, aparte de recomponer los pelos se realizan terapias de grupo muy interesantes. Yo ayer lo pasé genial y salí como nueva en todos los sentidos.
Una tendencia familiar a la cana tardía hace que visite poco estos establecimientos, por lo que me sorprendió que esta alumna aventajada de "La TIA" me recordase. Después de superar con nota el tercer grado como si hubiese ingerido un suero de la verdad, ella preguntaba y yo inevitablemente contestaba, lo vi claro, era un hecho, nos caíamos bien.
Esta complicidad me sobrepasó cuando, mientras me colocaba la silla para aclarar el engrudo que tenía en la cabeza, un chico alto y fornido que aun no se de dónde salió, se acercó a ella: ''quieres cenar conmigo el jueves''. Hombreee..., pensé yo, un poquito de intimidad para estas cosas, ¿no?
"Uy! no, no", dijo ella sin dejar de colocar la silla y sin siquiera dedicarle una mirada. La única que lo miraba era yo, que sentía la violencia que ellos no parecían ni remotamente sentir. Un poco de consideración ¿no?, que el coraje invertido al menos merece una mirada mientras hablas. El chico se fue y yo me di cuenta de lo mucho que habían cambiado las cosas en los 10 años que calculo nos separan. Me dieron ganas de levantarme y darle una explicación razonable con un apretón al brazo, pero no quise asustarle con esos pelos.
Ese momento a tres fue definitivo, eso y las quejas sobre su jefa, ya era oficial, podía hablar de lo que quisiera con libertad, y se despachó a gusto.  
Entonces ocurrió, las confesiones y las escuchas dieron sus frutos. Entre aclarados empezó a masajear mi cabeza una y otra vez, repitiendo lo bien que venía después de un largo día de trabajo un masaje capilar. Vaya si doy fe!! No gracias, no quiero esa mascarilla con extracto de aquello que dudo signifique algo, o realmente haga lo que dicen pero, por favor, póngame esas manos para llevar.
No creo que vuelva a subestimar una charla en la peluquería, puede merecer muy mucho la pena: es mas barato que un psicólogo, sales más mona y te dan masajes. Definitivamente debería plantearme ir mas a menudo recordando , eso si, cambiar a la salida el pin de mi tarjeta.

5 comentarios:

  1. Peluqueros y conductores de taxi, ambos pueden llegar a hacernos confesar el peor de nuestros pecado, no sé por qué.
    Por eso yo me hago cortar el cabello por amigos o familiares (lo digo en serio), ya que no querría que alguien supiera más de lo que me animo a decir.
    Un beso grande.
    HD

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    1. Jajaja, haces bien, no tentemos la suerte de ser esclavos de nuestras palabras con quien no lo “merece”. En cualquier caso, sería interesante buscar la raíz, el por qué. Curioso estudio sociológico. Por qué con otras profesiones no ocurre? En una clínica dental es evidente pero por qué no en el autobús, o al señor que te vende el periódico cada día?
      Un gran beso

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  2. Es cierto que en la peluquería se cuentan cosas que no le cuentas a cualquiera de buenas a primeras. También pasa con ciertos camareros aunque en estos casos también influye el alcohol que circule por tus venas.
    Da para la reflexión, la verdad. Yo soy(aunque quizás no lo parezca) tímido para mis cosas: La segunda razón para no haber pisado una peluquería desde hace años.

    Un beso.

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    1. Los camareros son los psicólogos de los SXX-XXI, sin lugar a dudas, su técnica es mucho mejor, ni preguntan y cuatro cañas después no solo sabe todo sobre ti, además es tu mejor amigo.
      Haces bien en no ir, sales como si te hubiesen dejado en pelotillas :)
      un beso

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  3. Alguien anónimo ha dejado hoy unas palabras en esta entrada, mis torpes dedos la han borrado sin querer, ya lo siento.
    En cualquier caso, quería agradecer sus palabras.
    Un abrazo fuese quien fuese

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No suelo ejercer de censora, pero prefiero mirar primero, comprensible, no?